viernes, 28 de mayo de 2010

ENSALADILLA RUSA



(Fotografía de Rasputín)


LA MUERTE DE IVÁN ILICH


No eras muy lista, pero eras guapa

y aún creías en las estrellas

y en que las cosas no siempre acaban mal.

Yo no era guapo ni era listo

y tampoco creía en las estrellas

ni en que las cosas no siempre acaban mal.

Pero entonces sonó esa canción

y supongo que nos dejamos llevar.


Al verano siguiente supimos

que Iván Ilich había muerto.



JAVIER MARTÍN

lunes, 17 de mayo de 2010

Cinco poemas de Gregory Corso y un cuadro de Edward Hopper

Edward Hopper, Gasolina (1940)


EL HOMBRE SENTADO FUERA DE MI VENTANA

El tiempo en la quietud invernal de un jardín
no significa nada cuando descubres
que estás observando cómo las estaciones pasan solas;
no significa nada cuando descubres
tu dedo marcando tus pensamientos sobre una piedra.


ESTO ES AMÉRICA

Esto es América y yo me divierto aquí dentro
con una abundancia de música y lunáticos
con una boca que no puede cantar
y amo a una mujer
y odio al resto y lo haré
con cualquier cosa con faldas
de diez a cincuenta años
y si tienen cincuenta, mejor

Esto es América y hay mucha más
diversión aquí dentro
y lunáticos
muchos que no cantan un pimiento
pero a quien le importa
a mí

En California yo canté
mi cultura del Este en el oído de un mexicano moribundo
que no podía oír
y murió con una sonrisa en su cara

El hijoputa tenía tres dientes de oro
una onza de chocolate
un bolsillo lleno de peyote
y una mujer de catorce años.


NO DISPARÉIS AL JABALÍ

Un niño vino hasta mí
balanceando un océano sobre un palo
Me dijo que su hermana había muerto
Le bajé los pantalones
y le dí una patada.
Le llevé en mi coche por las calles
por la noche de mi generación
Grité su nombre, su abominable nombre,
por las calles de mi generación
y los niños saltaron gozosos ante el nombre
y corriendo vinieron
Madres y padres torcieron sus cabezas para oír
Grite el nombre.

El niño tembló, se cayó,
y tambaleando se puso de nuevo en pie,
¡Grité su nombre!
Y un frenesí de madres y padres
hundieron sus dientes en su cerebro.
Llamé a los ángeles de mi generación
subido a las azoteas, en los callejones
debajo de la basura y las piedras.
¡Grité el nombre! y ellos vinieron
y royeron los huesos del niño.
Grité el nombre: Belleza
Belleza Belleza Belleza


ANOCHE CONDUJE UN COCHE

Anoche conduje un coche
sin saber conducir
ni tener un coche
Conduje y atropellé a
gente que amaba
... fui a 180 por un pueblo.

Me paré en Hedgeville
y me dormí en los asientos traseros
... excitado por mi nueva vida.


HOLA...

Es desastroso ser un ciervo herido.
Soy el más herido, los lobos me acechan,
y también mis debilidades
¡Mi carne está atrapada en el Gancho Inevitable!
Cuando niño vi muchas cosas que no quería ser.
¿Soy la persona que no quise ser?
¿Esa persona que-habla-consigo-misma?
¿Esa persona de-la que-se-burlan-sus-vecinos?
¿Soy aquél que, en las escalinatas de los museos se duerme recostado?
¿Llevo la ropa de un hombre que ha fracasado?
¿Soy un hombre chiflado?
En la gran serenata de las cosas,
¿soy el pasaje del que más se ha prescindido?

GREGORY CORSO
(De su poemario Gasolina y otros poemas. Traducido por Diego A. Manrique)

sábado, 8 de mayo de 2010

9 de mayo del 2010, 6:33 de la mañana.



TRAICIONES


Vendrán por detrás

cuando menos te lo esperes,

cuando el sol no salga

y la vida se cubra de polvo.


Vendrán sin piedad

a buscarte,

con el cuchillo entre los dientes

y sus muelas plateadas.


Vendrán sin más

a buscarte,

en plena noche o en verano,

cuando menos te lo esperes.


Vendrán por detrás

y lo sabes.


JAVIER MARTÍN

jueves, 6 de mayo de 2010

EL CHOCAR DE LAS BOLAS



EL BUSCAVIDAS


En El buscavidas no hay héroes, solo hay un hombre que busca la muerte. Su sombra se aferra al fracaso, fabricándose una frustración propia para poder compadecerse de ella. ¡Qué sórdido placer es sentir compasión de uno mismo! "El chico del billar" se sumerge en un proceso autodestructivo a cambio del mayor motivo de complacencia en este mundo: mirar fijamente a los corrosivos ojos del éxito, para después escupir sobre su trono impoluto. El rechazo del triunfo es el mejor orgasmo que puede alcanzar un hombre. ¡Qué mayor triunfo que tener la victoria ya en nuestras manos y arrojarla de nosotros con desprecio!

Pero la autocompasión no es más que un signo de debilidad y mediocridad que puede desembocar en el "fracaso supremo": el suicidio. Esto es lo que ocurre con el personaje que interpreta Piper Laurie; harta de ser apaleada por la vida no es capaz de enfrentarse a ella y tratar de escapar del espeso lodo en que se encuentra inmersa; al contrario, decide optar por el frívolo suicidio en un arrebato de rabioso despecho. Esta muerte servirá a Eddie Felson - Paul Newman - para realizarse y vencer su fragilidad inicial; fortalece su carácter y abandona su mirada cargada de derrota, para tratar cara a cara sus problemas y superar los obstáculos con que tropieza en el camino. Ya no hay lugar en el personaje para la autocompasión; se ha desecho de su trágica expresión de hombre sin suerte, para "golpear" a la vida con la misma dureza con que golpea las bolas de billar.

El buscavidas es una atmósfera muerta. Colores ásperos y aromas grises inundan la pantalla; no hay canciones, ni risas, ni agua. El aire es un hombre ahogado por la monotonía y su tumba el triste cuarto donde Eddie Felson y su amante lloran la vida. El alcohol es un bálsamo de piedra donde ocultan su rendición. Solo una máquina de escribir vomita la verdad que no quiere oírse. En el exterior, se respira el aire puro que sale de los tubos de escape. La violencia en la ciudad no es más que un gracioso lunar en el paraíso. ¡Nada es comparable a los llantos de una habitación muerta!

En el celuloide se oyen los aullidos de la noche herida; los marginados, los desgraciados, aquellos que ni siquiera han podido gozar de la vigilia del "sueño americano", son retratados en su amarga pesadilla. Entre el incansable humo y los cigarrillos pisoteados se escuchan los alaridos de los enfermos. Una inquietud desolada escapa entre las botellas de whisky y las copas olvidadas. El acero invade la pantalla, la cubre de eterna tristeza. Puede que Robert Rossen tampoco encontrara la forma de olvidar que diez años antes había delatado a sus antiguos compañeros del Partido Comunista. Tal vez sea El buscavidas la magistral obra póstuma de un ex-boxeador muerto.



JAVIER MARTÍN


(Publicado en el nº 2 del fanzine Camisa de fuerza en Enero de 1998)