martes, 27 de abril de 2010

OTRO POEMA DE HACE CASI 12 AÑOS

(Fotograma de la película El gabinete del Dr. Caligari)





                              EL POETA DEL FRENOPÁTICO







El poeta del frenopático vomita sus versos de pelo verde sobre la bata impoluta de las enfermeras

y sonríe, con la mirada perdida en su océano innavegable.

En las pegajosas tardes de agosto, soporta las aburridas caricias de las moscas que invaden el patio.

Nunca trató de asesinar a sus sucias amigas del verano;

él sabe que son enviadas del sol para absorber nuestras impurezas gangrenadas.

Por la noche, los llantos desesperados de los enfermos rebotan en las paredes sudorosas de los pasillos blancos

y recorren la ciudad de los locos, huyendo de las sábanas recalentadas y los enterradores del infinito,

mientras la visión iluminada de la muerte surge como el último refugio en este sueño inmundo.

Aquí nadie ha llorado ante el dolor o el fracaso,

eso queda para los cretinos que un día creyeron que podrían obtener algo.

En cualquier caso, uno siempre puede encender otro cigarrillo.





JAVIER MARTÍN


(Publicado en el nº 4 del fanzine Camisa de fuerza en Diciembre de 1998)

viernes, 23 de abril de 2010

LE SAMOURAÏ



EL SILENCIO DE UN HOMBRE


Cráteres de silencio en carne viva derriten antiguas heridas oxidadas. Lejos de histrionismos desbocados y de los gemidos apocalípticos inaccesibles al entendimiento, el asesino a sueldo contiene su agonía entre transparentes placas de duro hielo. Su alma infectada de veneno corrosivo se pudre con el frenético y mudo ritmo de la muerte. No hay lágrimas de cocodrilo ni sucedáneos de amor bajo las farolas, sólo crudas mañanas solitarias y recuerdos de una noche ensangrentada.

El pájaro enjaulado silva su aburrida canción doméstica. Un vacío inexplorable se desploma sobre los muros acuchillados, ante el estrépito sordo de la vida. Las gasas únicamente cubren la superficie; el dolor y sus despojos permanecen junto al remordimiento y la misericordia de los culpables. El criminal intuye su sepulcro. Sobran sombreros y gabardinas en este último envite al fracaso. La pistola ya no está cargada. Firme y sereno se rinde a su sepultura prematura, empujado a un suicidio involuntario.

La chica negra acaricia el órgano esperando el disparo que no llega. No reflejan pánico sus ojos; una terrible piedad amorosa por su ejecutor le ilumina toda la cara. Las notas huyen del teclado recreando una melodía de pasión idiota. Sólo una pregunta: "¿POR QUÉ?". El asesino enamorado susurra la esencia de su triste vida desperdiciada: "Porque me pagan". Son palabras en las que ya no cree, pero prefiere mantener la patética farsa de su existencia hasta el final.

Un hombre yace en el suelo. Vomita sangre por la boca. Su cargador vacío revela el secreto de un hombre redimido. Olor a deseo frustrado y desesperación definitiva. La batería sellará la angustia de otra morbosa claustrofobia francesa.


JAVIER MARTÍN


(Publicado en el nº 3 de Camisa de fuerza en Mayo de 1998)


jueves, 22 de abril de 2010

POEMA AL AMIGO MUERTO


CUANDO LA MUERTE ES LA MUERTE
(Y NO UN SUPUESTO FILOSÓFICO)


Dedicado a la eterna memoria de mi amigo Javier Echeverría


Nubes rojas desgarran los arrabales de la luna.

Pájaros deformes devoran en silencio el vientre azul de los niños.

Sátiros de fuego emergen de las alcantarillas

para asestar a los santos el golpe definitivo.

Madejas de nieve se deshacen bajo el crepúsculo

ante la senda espumosa de un caracol malherido.

Las fauces del tigre se han convertido en algodón;

el Dios de la Muerte ya fué domesticado.


JAVIER MARTÍN


(publicado en el nº 6 del fanzine Camisa de fuerza en Enero del 2000)

martes, 20 de abril de 2010

DESPEDIDAS



OTRO PUNTO Y APARTE

Me niego.
No más hablar de recuerdos.
Prefiero el silencio.
No soporto volver al pasado contigo.
Aún no,
aún queda tiempo.

Nos despedimos poco a poco
y sé que te echaré de menos.


JAVIER MARTÍN

lunes, 19 de abril de 2010

TRIBUTO NECRÓFILO A STANLEY KUBRICK




LA CHAQUETA METÁLICA


La fábrica de asesinos engrasa su maquinaria de acero. El dispositivo de alerta ya está a punto. Es la hora de estirpar a los jóvenes sus blandas conciencias de chicos buenos y proclamar la esclavitud canina de los robots mercenarios.

El sargento sabe quién es el amo. Su función consiste en crear soldados mecanizados y hacer crujir los huesos de sus esclavos. Ha nacido para sodomizar a sus siervos y cumple esta tarea como una misión casi divina. Él es el encargado de cargar las armas y enterrar a los niños. Ya vendrán los señores de las corbatas a fijar nuevas guerras.

El recluta patoso ya no se ríe como un bobo. La expresión de su inocencia se ha transformado en odio y locura. No queda nada en su rostro que recuerde a la compasión. La vírgen de la piedad ya no baila en sus mejillas; violada y humillada se ha refugiado en los vertederos del alma. Al fin aprendió a mirar cómo un asesino sin escrúpulos que está fuera de control, por encima de mandos y generales. No hay miedo en sus ojos, sólo un inmenso ascohacia su mundo de excrementos. Pero no renuncia a la dignidad humana; el parricidio militar será su carta de despedida en el infierno.Después, el suicidio y sesos reblandecidos deslizándose en silencio sobre el frío blanco de los azulejos. Será cuestión de tirar de la cadena.

Empieza la fiesta. Los soldados bailan en el campo de batalla alegres canciones imaginarias entre hogueras y rojos atardeceres. El perfume de la muerte los sumerge en un baño de metralla. Las ruinas evocan un mundo onírico de pesadilla, en el que los hombres entregan su vida sin preguntar por qué. Ellos saben que han sido engañados, pero se han dado cuenta demasiado tarde. Son las putas de la guerra y tienen que entregar sus cuerpos a aquellos que les pagan. No hay lugar para la metafísica y el espíritu cuando lo único que importa es seguir vivo. La vida a veces es así de perra.

El fraticidio salvaje se cuela por las pantallas en nuestros hogares y nos convertimos en voyeurs de un espectáculo de sangre. El confort familiar-televisivo debe ser sacudido de vez en cuando para que la vida no resulte demasiado aburrida. Stanley Kubrick lo sabía perfectamente y se encargó de ello mientras pudo. Sin duda, echaremos de menos su cine agresivo y directo. En cualquier caso, tal vez pueda saber ahora si "a Dios se le pone dura con los marines".


JAVIER MARTÍN


(Publicado en el nº 5 del fanzine Camisa de fuerza en Marzo de 1999)

miércoles, 7 de abril de 2010

TUMBADO CASI NO DUELE


Le golconde (René Magritte)


AFTER PARTY


Vi como dejó el traje negro en la orilla

junto al último oleaje de la noche.


Le cantaba Bambino a su destino,

se llenaba de penas por alegrías.


Cuando terminé la última copa

la primera luz del día apagaba las luces de su coche.


Todo se volvió de un color rojo David Lynch.



MÁS ALLÁ DE LA CIMA DEL MUNDO


Suelo tirar de pose shoegazer,

pero cuando me da por ser optimista,

soy imparable.


Y hoy

estoy más allá de la cima del mundo.


Intenta siquiera bajarme,

que descubrirás la luz mortal

de tu derrota.



DESMITIFICACIONES


Llegué a sentir la tristeza de un semáforo apagado.


Afortunadamente, dejé los sueños

para cuando vengan.



MASS MEDIA


Bienvenida al palacio de la duda,

a la casa del miedo.

Cómo echaban de menos tus pisadas

las baldosas del barrio.



ELÁSTICA ROJA


He desempolvado la bandera de Escocia

por penúltima vez.

Las sombras se han vuelto peligrosas

y es necesario partir la ciudad en dos.


Vuelvo a jugar al fútbol en esa pared

de cemento y alambres del '83.

Los soldados se preguntan, rifle en mano,

cómo es psible que nunca me canse.


Yo siempre les digo lo mismo:

Pruébalo. Dispara.



M


M guarda su inteligencia en el corazón.

Es por eso que nunca la he visto bailar

pero siempre la observo


con ojos de escenario.



PEDRO GUILLÉN


(De su libro "Tumbado casi no duele")

domingo, 4 de abril de 2010



COMO EN UN SUEÑO A MOTOR

Te vi llegar
como en un sueño a motor,
con los cuchillos de la noche
clavados en tu espalda.


Un farol iluminaba la granja que nunca vi
desde aquel tren en Denver en el que nunca estuve.


En el camino ya no hay huellas,
sólo hay canciones de cuna y algún cadaver
que apesta a jazmín
y deja un ligero aroma a vainilla.


En tu calle me llaman
“el catador de muertos”.

JAVIER MARTÍN