lunes, 15 de febrero de 2010

Un par de poemas de Raymond Carver


ROMANTICISMO

Las noches no son claras aquí.
Pero si hay luna llena, lo sabemos.
Sentimos una cosa un minuto,
otra distinta al siguiente.


VIEJOS TIEMPOS

Dormitabas delante del televisor
pero todavía no te habías ido a la cama
cuando llamaste. Yo estaba dormido,
o casi, cuando sonó el teléfono.
Querías contarme que habías celebrado
una fiesta. Y que me echaron de menos.
Era como en los viejos tiempos,
dijiste, y te reiste.
La cena fue un desastre.
Todos estaban borrachos perdidos a la hora
en que se sirvió la comida. La gente
lo estaba pasando bien, muy bien,
estupendamente bien, hasta
que alguien se llevó a la novia
de otro arriba. Entonces
alguien agarró un cuchillo.

Pero te pusiste delante del tipo
cuando iba a subir
y hablaste con él, calmándole.
No te acordabas de mucho más
de lo que pasó después.
La gente se puso sus abrigos
y empezaron a irse. Tú
te debes de haberte quedado unos minutos
delante del televisor.

De todos modos, tú estás en Pittsburgh,
y yo aquí en este pueblo del otro lado
del país. Te apeteció llamarme para decirme hola.
Dices que estabas pensando
en mí, y en los viejos tiempos.
Dices que me echas de menos.

Fue entonces cuando me acordé de
aquellos viejos tiempos y de cenas muy serias.
Cuchillos alrededor esperando.
Acostarse en la cama esperando no volver a despertar.

Te quiero, dijiste.
Y luego un sollozo.
Agarré el auricular como
si fuera el brazo de un amigo.
Y me apeteció abrazarte.
Yo también te quiero.
Dije eso, y luego colgamos.

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