COMO EN UN SUEÑO A MOTOR
Te vi llegar
como en un sueño a motor,
con los cuchillos de la noche
clavados en tu espalda.
Un farol iluminaba la granja que nunca vi
desde aquel tren en Denver en el que nunca estuve.
En el camino ya no hay huellas,
sólo hay canciones de cuna y algún cadaver
que apesta a jazmín
y deja un ligero aroma a vainilla.
En tu calle me llaman
“el catador de muertos”.
JAVIER MARTÍN
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