lunes, 19 de abril de 2010

TRIBUTO NECRÓFILO A STANLEY KUBRICK




LA CHAQUETA METÁLICA


La fábrica de asesinos engrasa su maquinaria de acero. El dispositivo de alerta ya está a punto. Es la hora de estirpar a los jóvenes sus blandas conciencias de chicos buenos y proclamar la esclavitud canina de los robots mercenarios.

El sargento sabe quién es el amo. Su función consiste en crear soldados mecanizados y hacer crujir los huesos de sus esclavos. Ha nacido para sodomizar a sus siervos y cumple esta tarea como una misión casi divina. Él es el encargado de cargar las armas y enterrar a los niños. Ya vendrán los señores de las corbatas a fijar nuevas guerras.

El recluta patoso ya no se ríe como un bobo. La expresión de su inocencia se ha transformado en odio y locura. No queda nada en su rostro que recuerde a la compasión. La vírgen de la piedad ya no baila en sus mejillas; violada y humillada se ha refugiado en los vertederos del alma. Al fin aprendió a mirar cómo un asesino sin escrúpulos que está fuera de control, por encima de mandos y generales. No hay miedo en sus ojos, sólo un inmenso ascohacia su mundo de excrementos. Pero no renuncia a la dignidad humana; el parricidio militar será su carta de despedida en el infierno.Después, el suicidio y sesos reblandecidos deslizándose en silencio sobre el frío blanco de los azulejos. Será cuestión de tirar de la cadena.

Empieza la fiesta. Los soldados bailan en el campo de batalla alegres canciones imaginarias entre hogueras y rojos atardeceres. El perfume de la muerte los sumerge en un baño de metralla. Las ruinas evocan un mundo onírico de pesadilla, en el que los hombres entregan su vida sin preguntar por qué. Ellos saben que han sido engañados, pero se han dado cuenta demasiado tarde. Son las putas de la guerra y tienen que entregar sus cuerpos a aquellos que les pagan. No hay lugar para la metafísica y el espíritu cuando lo único que importa es seguir vivo. La vida a veces es así de perra.

El fraticidio salvaje se cuela por las pantallas en nuestros hogares y nos convertimos en voyeurs de un espectáculo de sangre. El confort familiar-televisivo debe ser sacudido de vez en cuando para que la vida no resulte demasiado aburrida. Stanley Kubrick lo sabía perfectamente y se encargó de ello mientras pudo. Sin duda, echaremos de menos su cine agresivo y directo. En cualquier caso, tal vez pueda saber ahora si "a Dios se le pone dura con los marines".


JAVIER MARTÍN


(Publicado en el nº 5 del fanzine Camisa de fuerza en Marzo de 1999)

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